sábado, 3 de noviembre de 2012

La Soledad, por Diego Mogica



Esta historia transcurre pocas semanas antes, donde el pasado queda atrás pero con grandes cambios en el presente.
Esta historia contiene lo trágico, lo tenebroso, la tristeza y la muerte por la pérdida.
Día 16 de septiembre de 2012, yo estaba disfrutando del sueño que brinda mi mente al dormir, pero... de momento me desperté de repente con un fuerte presentimiento, mi padre sollozando sin cesar, abre la puerta y me comunica:
-José ha muerto.
En ese mismo instante quise despertarme de aquella pesadilla, pero no era así...
Esta pesadilla era real.
Desde la mañana hasta la noche en aquel velatorio, todos de luto y en silencio, solamente se podía escuchar la caída de las lágrimas en el suelo...
Al día siguiente entre dolor, sufrimiento y lágrimas derramadas despedí a mi mejor amigo.
Aún no entiendo cómo se ha podido ir, nunca me pude despedir de él, nunca...
Aún veo cómo sus cenizas vagan por las calles, en busca de mí...
Desde aquel día todo cambió en mi vida, él había sido como mi hermano, mi sangre... ya que vivimos nuestra enfermedad juntos, yo me pude curar por suerte, pero él ¡NO!
Nunca en mi vida sufrí tanto dolor, por muchas lágrimas que derramase no curaban mi heridas, ya que mi mente pensaba:
Me duele el saber que no vuelves...
Ahora, actualmente no ha pasado casi ni un mes, desde que partió. Por una parte soy feliz, porque ha sufrido tanto a lo largo de su vida..., y pienso que por fin él ahora es feliz, porque está descansando donde esté.
Siempre recordaré tu sonrisa, el silencio del no saber qué decir, nuestras risas, mi mano cogiendo la tuya cuando estabas en tu recta final...
Cada vez que mis labios intentan pronunciar tu nombre, mi ojos derraman lágrimas, así hasta crear un inmenso océano de llanto.
Recuerdo las últimas palabras que te dije como si estuviera ahora mismo mirándote:
-José, nunca me rendiré te lo prometo, ¡lucharé hasta el final!
Porque fuiste, eres y serás el chico más luchador del mundo entero.
La soledad eterna quiso apoderar mi corazón por aquel dolor, pero ahora sé que mi corazón lo tienes tú y estás y estarás en él eternamente.

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