sábado, 4 de mayo de 2013

Como cada mañana.

Hoy me he levantado mejor, no pienso en ti, como cada mañana al asomarme al ventanal. Un cielo gris me nubla la vista y me hace sentir que sigues aquí, intentándolo todo por revivir. 

Y yo, continúo esperando a que llegue mi fin.

Voy to aprovechando los días en los que el sol no está, e intento emprender un camino sin sentido alguno, sin rumbo ni dirección, y evitar el pensamiento interno. Como piezas que no encajan, resuenan mis palabras diciendo lo mucho que te quiero. Con tu desfachatez te atreves a decir que vuelves, pero sé que no mientes, comienzas a desfallecer y nadie puede disponer de mí igual que ayer.

Nunca renuncié a mi voluntad, el delirio se va apoderando de mí poco a poco... Por esa estupidez llegué al enloquecer. No justificaré el rencor por tu desfachatez.

Padecer o, por contra, ser cruel... Puede que sea un motivo de tristeza injustificado, quizás para aprender a vivir será "ni contigo ni sin ti".

He estado frente a un abismo y me he dejado llevar sin empujar, para así poder estar junto a ti. 

Con cada línea, cada palabra, cada letra que escribo para ti, mis ojos sollozan y llenan el papel de lágrimas... Podría crear un océano con cada lágrima que derramo.

Tú me haces volar. Como el águila que vuela en libertad sobre el valle, lejos de la tempestad, como el viento cuando cruza mi penumbra.

Tus ojos irreconocibles, verdes como las esmeraldas, están plagados de visiones sobre mí. Veo muy probable tu tristeza al saber que sufriré y lloraré hasta mi final... Pero sabes que soy feliz sabiendo que tú lo fuiste.

Sin ti se fueron tantas cosas en mi vida. No se disipa la oscuridad de mi corazón.

La melancolía no desaparece, el destino está escrito y nadie lo puede evitar. Tu destino está borrado y ya nadie lo recuerda.

Pasado el tiempo, sigo igual. Algunos días sin razón ya ni me late el corazón. No sabes cuánto cuesta aceptar que no volverás.

Siempre he sido fuerte, aunque a veces lo he dudado, esos días cuando mi alma congelada pero viva revive un dolor inexistente por ti, este dolor que siempre me causa tristeza y llanto por tu alma.

Mamá, eres indescriptible, nadie nunca podrá entender mi amor hacia ti. Cuando me paro a pensar en esas veces en las que hemos discutido por aquellas tonterías, surge mi arrepentimiento por haberte hecho sufrir, por haberte decepcionado en alguna ocasión.

Te has ido, y nunca volverás. Mis heridas van cicatrizando, pero tu alma, inmune, quedará en ellas eternamente.

Te quiero.

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