sábado, 25 de octubre de 2014

Todos tenemos derecho a aprender, por Omaima E. de 3º C




Era un día soleado, mis padres y mis hermanas seguían durmiendo y mis hermanos se habían ido al colegio. Mi madre había intentado hablar con mi padre pero él gritó y le pegó.

En aquel tiempo tenía doce años y vivía en Afganistán. Quería que las chicas fuéramos al colegio como todos los chicos y no me gustaba que mi padre pegara a mi madre y yo no pudiera hacer nada. Además me sentía triste porque mi padre había decidido que me casara con un hombre mayor que yo, pero amaba a mi primo Habib, al que tampoco le gustaban estas tradiciones. Deseábamos poder elegir a la persona que amábamos para ser felices.

Así que un día, todas las chicas y los chicos jóvenes de nuestro pueblo decidimos escaparnos y cruzar la frontera para ir a China. Habib se vendría con nosotros.

Cuando llegamos a la frontera nos atacaron los soldados del ejército talibán, pero conseguimos llegar a China sanos y salvos la mayoría de nosotros, ya que dos compañeros nuestros no consiguieron sobrevivir.

En China nos esperaban unos miembros de la ONG Amnistía Internacional que ayudaban a refugiados de otros países, ya que en ese país gobierna una dictadura. Desde Pekín pudimos volar a España y con el tiempo pudimos estudiar y conseguir un buen trabajo.

Ahora vivo en Alicante, estoy casada con Habib y tenemos un hijo y dos hijas que pueden estudiar y decidir su futuro.

Me llamo Sara y esta es mi historia.

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